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En Español: “La Puerta de Oro”
Episode 4 | 2h 8m 43sVideo has Closed Captions
Una reacción xenófoba lleva al Congreso a restringir la inmigración.
Luego de décadas de fronteras abiertas, y debido a la xenofobia, el Congreso pasa sus primeras leyes restringiendo la inmigración. En Alemania, Hitler y los Nazis comienzan la persecución de judíos causando que muchos traten de huir a países vecinos o a América. El presidente Franklin Roosevelt y otros líderes mundiales no pueden coordinar una respuesta a la crisis de refugiados.
Corporate funding provided by Bank of America. Major funding provided by David M. Rubenstein; the Park Foundation; the Judy and Peter Blum Kovler Foundation; Gilbert S. Omenn and Martha A....
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En Español: “La Puerta de Oro”
Episode 4 | 2h 8m 43sVideo has Closed Captions
Luego de décadas de fronteras abiertas, y debido a la xenofobia, el Congreso pasa sus primeras leyes restringiendo la inmigración. En Alemania, Hitler y los Nazis comienzan la persecución de judíos causando que muchos traten de huir a países vecinos o a América. El presidente Franklin Roosevelt y otros líderes mundiales no pueden coordinar una respuesta a la crisis de refugiados.
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Learn Moreabout PBS online sponsorshipNarradora: El financiamiento de "Estados Unidos y el Holocausto," fue gracias a David M. Rubenstein, que invierte en personas e instituciones que nos permiten comprender el pasado y mirar hacia el futuro.
Y a estos miembros de la Better Angels Society: Jeannie y Jonathan Lavine, Jan y Rick Cohen, Allan y Shelley Holt.
La Fundación Koret, David y Susan Kreisman.
Jo Carole y Ronald S. Lauder.
El fondo de caridad de la familia Fullerton.
La Fundación de la familia Blavatnik.
Las organizaciones filantrópicas de la familia Crown, en honor a los miembros de las familias Crown y Goodman.
Y a estos miembros: La Fundación Park.
La Fundación Judy y Peter Blum Kovler, que respalda a quienes nos hacen recordar la historia de Estados Unidos y el Holocausto.
Gilbert S. Omenn y Martha A.
Darling.
Las Fundaciones Arthur Vining Davis, que invierten en nuestro futuro en común.
a la Corporación para la Difusión Pública y a televidentes como usted.
Gracias.
Se recomienda discreción.
Este programa incluye contenido para adultos y violencia gráfica.
♪ [música] ♪ Narrador: En una soleada tarde de marzo de 1933, un empresario alemán y su familia salieron a dar un paseo al centro de Fráncfort.
Otto Frank tomó una fotografía de su esposa, Edith, y sus dos hijas: Margot, de siete años, y Annelies, de tan solo tres.
Los ancestros de Otto habían vivido en Alemania desde el siglo XVI.
Eran comerciantes y banqueros, y no eran judíos particularmente devotos.
Otto, un orgulloso oficial de la Gran Guerra, era un alemán patriótico.
Pero en enero de 1933, Adolf Hitler asumió el poder y todo comenzó a cambiar rápidamente.
Los judíos, afirmó Hitler, eran "parásitos", no alemanes.
Los matones nazis deambulaban por las calles de Fráncfort y golpeaban al que creyeran que era judío.
La mayoría de los amigos gentiles de Frank desaparecieron.
Su casero los instó a buscar otro lugar donde vivir.
A Margot la hicieron sentarse separada de sus compañeros en la escuela.
Otto: El mundo que me rodeaba había colapsado.
Cuando la mayoría de las personas de mi país se convirtieron en hordas de criminales nacionalistas, crueles y antisemitas, tuve que enfrentar las consecuencias.
Y aunque me dolió profundamente, comprendí que Alemania no era el mundo entero y me fui para siempre.
Narrador: Cuando Otto Frank tomó la fotografía de su familia, él y Edith ya estaban planeando mudarse a Ámsterdam, en los Países Bajos.
A comienzos de 1934 ya estaban viviendo en un espacioso apartamento soleado en un vecindario cerca del río, junto a cientos de familias judías procedentes de Alemania.
Con el tiempo, intentarían buscar un refugio seguro en Estados Unidos, solo para descubrir que al igual que a un sinnúmero de personas que huían del nazismo, casi ningún estadounidense quería dejarlos entrar a su país.
Una producción de Florentine Films.
Mujer 1: "Aquí, "en nuestras puertas bañadas por el mar al atardecer, "estará de pie una poderosa mujer con una antorcha, "cuya llama es la luz de los prisioneros "y su nombre es 'Madre de los exiliados'.
"Su mano como faro brilla en bienvenida al mundo entero.
"Sus ojos dóciles comandan la bahía ventosa "enmarcada por ciudades gemelas.
'!¡Tierras de antaño, quédense con sus historias pomposas!
', "exclama ella con labios silenciosos.
'Dadme tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas gimiendo por respirar libres'.
"Los despreciados de tus congestionadas costas.
"Enviadme a estos, los desposeídos, "basura de la tempestad.
!¡Levanto mi lámpara al lado de la puerta dorada!".
Emma Lazarus.
Narrador: En 1883, Emma Lazarus, descendiente de judíos portugueses que habían huido de la Inquisición y encontraron refugio en Manhattan antes de la guerra de Independencia Estadounidense, escribió un poema en el que expresaba lo que la Estatua de la Libertad significaba para ella.
Pero, poco unos después, Thomas Bailey Aldrich, un escritor cuya familia también había vivido en Norteamérica desde la época de la colonia, escribió otro poema en el que advertía lo que creía que le pasaría a su país si la puerta dorada permanecía abierta.
Hombre 1: Nuestras puertas permanecen abiertas y desprotegidas, y a través de ella avanza una multitud salvaje y variopinta.
Qué extrañas lenguas son estas en calles y callejones, acentos de amenaza ajenos a nuestro aire, !¡voces que alguna vez escuchó la Torre de Babel!
Oh, libertad, !¡Diosa blanca!
¿Está bien dejar las puertas desprotegidas?
Peter: Creo que a los estadounidenses les cuesta mucho decidir qué clase de país es el que quieren.
Para nosotros, Estados Unidos es ese país del poema de la Estatua de la Libertad, "dadme a tus cansados, tus pobres".
Pero la realidad es que excluir y rechazar a las personas ha sido algo tan estadounidense como el pastel de manzana.
Estados Unidos y El Holocausto.
♪ [música] ♪ Daniel: Todos mis abuelos son inmigrantes de Europa Oriental, a excepción de una abuela que nació aquí.
Así que en cierto modo crecí atormentado por relatos del, como le decían ellos: el viejo país.
Atormentado por la historia del hermano de mi abuelo y de su familia, que vivían en una provincia en Polonia Oriental, y luego desaparecieron.
En lo único que uno piensa es en que fueron consumidos por esa guerra a que arrasó con toda Europa.
Berlín.
♪ [música] ♪ Narrador: Cuando comenzó el régimen nazi en 1933, en Europa había nueve millones de judíos.
Doce años más tarde, en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, por lo menos dos de cada tres de esos judíos habían sido asesinados.
Daniel: Unir todas las piezas no es tan sencillo.
La magnitud real de lo que le pasó a la gente... Es inconcebible.
Se escapa a la imaginación.
Uno no sabe lo que son seis millones de personas.
Monumento a Treblinka.
Narrador: A medida que se desarrollaba la catástrofe de lo que se conocería como el Holocausto, los estadounidenses oían sobre la persecución de los nazis contra los judíos y otros grupos en la radio, lo leían en sus periódicos y revistas, y lo veían en los noticieros de cine.
Algunos estadounidenses respondieron denunciando a los nazis, haciendo protestas y boicoteando productos alemanes.
Algunos estadounidenses hicieron actos heroicos para salvar a algunos judíos.
Ciertos funcionarios del Gobierno lucharon contra el papeleo y la intolerancia para traer refugiados judíos a Estados Unidos.
Al final, Estados Unidos admitió unos 225,000 refugiados del terror nazi, más que cualquier otra nación soberana.
Y al derrotar a la Alemania nazi en el campo de batalla, Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión soviética y sus aliados pusieron fin a la matanza de los judíos sobrevivientes en Europa.
Pero en los años en los que todavía era posible escapar, los estadounidenses y su Gobierno demostraron no estar dispuestos a recibir más allá de una fracción de los cientos de miles de personas desesperadas en busca de refugio.
Rebecca: El Holocausto altera cualquier concepto que tengamos del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto.
Es una historia que nos confronta a todos, todo el tiempo.
Nos desafía como estadounidenses, como padres, como niños.
Nos desafía como vecinos y amigos a pensar en lo que hubiéramos hecho, lo que pudimos haber hecho, lo que debimos haber hecho.
Y si bien el Holocausto físicamente ocurrió en Europa, es una historia que los estadounidenses también tienen que enfrentar.
Daniel G.: Como nación nos contamos historias.
Una de estas es que somos un país de inmigrantes.
Pero, en momentos de crisis, se nos hace difícil estar a la altura de esas historias.
Creo que el impulso no debería ser apuntar con el dedo a las personas del pasado y creer que en algún modo somos superiores a ellos, sino esforzarnos para comprender por qué existe esa tensión entre tener un ideal humanitario y cumplirlo en el terreno.
Nell: Parte de nuestra mitología nacional es que somos buenas personas, que somos una democracia.
Y sí, somos una democracia, y en nuestros mejores momentos somos buenas personas.
Pero esa es solo una parte de la historia, y creo que si vamos a felicitarnos por nuestra democracia, que sí deberíamos hacerlo, también tenemos que enfrentar ese otro lado.
Deborah: En los últimos años he comenzado a preguntarme qué tan serio es en realidad el compromiso de Estados Unidos con enfrentar algunas de las manchas oscuras en su historia.
¿Cómo podemos aprender del pasado?
¿En qué nos equivocamos?
¿Cómo podemos evitar equivocarnos la próxima vez?
Y si bien tenemos mucho de qué sentirnos orgullosos en este país, el capítulo de esta nación y el Holocausto no es algo que nos haga quedar muy bien.
Günther: ¿Cómo trató Estados Unidos a sus potenciales refugiados?
Los refugiados perdieron la vida porque esas puertas, la puerta dorada no se abrió por completo.
Episodio Uno - La Puerta Dorada (Inicios - 1938) ♪ [música] ♪ Narrador: Durante siglos Estados Unidos fue casi siempre un país de fronteras abiertas.
Recibió a personas de Europa y del Lejano Oriente, y por lo menos los toleraba como trabajadores, granjeros, soldados y pioneros, todos ellos necesarios para conquistar un continente y construir un país.
Nell: Ese es nuestro lado bueno, nuestro lado receptivo.
Queremos recibir a personas trabajadoras.
El otro lado es el genocidio de los indígenas americanos, la expulsión de estos de sus tierras.
Y también están los inmigrantes involuntarios, los africanos que fueron transportados a través del océano para convertirlos en una fuerza laboral que trabajara hasta morir.
La idea de los inmigrantes en un comienzo se ve muy bien, pero esa no es toda nuestra historia.
Narrador: Antes de la Guerra Civil, la mayoría de los inmigrantes que habían llegado lo hacían del norte de Europa: Inglaterra, Escocia, Irlanda, Alemania, Holanda y Escandinavia.
Peter: Me llamo así por un ancestro que llegó al puerto de Boston en 1860.
Venía del condado de Cork, en Irlanda.
No tuvo que llenar nada, solo una tarjeta de desembarque para entrar.
En una época en que la inmigración era libre y abierta.
Después se volvió más y más restrictiva.
Narrador: En 1882, el Congreso aprobó la Ley de Exclusión de Chinos.
Fue la primera vez que Estados Unidos restringió la inmigración de personas de cualquier lugar.
Pero entre 1870 y 1914, llegaron casi 25 millones de personas en su mayoría del sur y del este de Europa.
Hablaban lenguas desconocidas, tenían otras costumbres, adoraban a Dios de otras formas.
Ese gran número de personas provocó una reacción.
Hombre 2: "Los estadounidenses debemos darnos cuenta "de que los ideales altruistas "que controlaron nuestro desarrollo social "en el último siglo, y el sentimentalismo sensiblero que volvió al país 'un asilo para los oprimidos', "arrastra a este hacia un abismo racial.
"Esta generación debe repudiar por completo "los alardes orgullosos de nuestros padres "al no haber hecho distinción entre 'raza, credo o color'.
"Contrario, sino dar vuelta a la página de la historia y escribir: 'Finis Americae'".
Madison Grant.
Daniel O.: No hablan nuestro idioma.
Pero no se parecen mucho a nosotros.
No tienen nuestra misma educación.
Entonces alguien como Henry Adams va por Boston Common y lo describe en su autobiografía.
Ve a esta criatura, a un solapado Yitzhak o Yakov que apesta a los guetos, y gruñe un yidis gutural.
¿Qué era esa cosa?
Era completamente foráneo.
Narrador: Entre los recién llegados de Europa Oriental había más de dos millones de judíos en su mayoría, huían de la pobreza, y muchos, de la violencia antisemita.
Algunos judíos, que ya habían vivido en Estados Unidos por generaciones, también desconfiaban de los recién llegados.
Un rabino dijo: "Nosotros somos estadounidenses y ellos no.
Ellos roen los huesos de siglos pasados".
En 1910, Nueva York era el hogar de más de un millón de judíos, más de una cuarta parte de su población, había muchos más que en cualquier otra ciudad del mundo.
Peter: Las inquietudes sobre la urbanización, sobre la llegada de muchas personas analfabetas, incultas y relativamente sin educación.
La sensación de que las enfermedades eran un problema.
Todas estas preocupaciones se combinaron en una creencia de que los inmigrantes eran la causa y que por eso se debía contener la inmigración.
Narrador: Muchos estadounidenses blancos protestantes temieron estar a punto de ser superados en número y que los recién llegados tuvieran más descendencia.
Temían ser reemplazados.
Acogieron una pseudo ciencia que surgió en Gran Bretaña, llamada eugenesia, que afirmaba falsamente y sin evidencias que todo, desde la pobreza hasta la prostitución, las discapacidades de lo que denominaban: 'debilidad mental', se podían eliminar si se lograba impedir que las personas que ellos consideraban como: 'socialmente defectuosas' se reprodujeran.
'La debilidad mental y otros rasgos también son hereditarios'.
Hombre 3: "Me gustaría mucho "que se pudiera evitar por completo "que las personas equivocadas se reprodujeran; "y cuando la naturaleza maligna de estas "sea lo suficientemente manifiesta, "se debe hacer esto.
"Los criminales deben ser esterilizados, "y a las personas con debilidad mental debería prohibírseles procrear".
Theodore Roosevelt.
Nell: La idea era que las personas defectuosas tenían que dejar de reproducirse y las buenas tenían que reproducirse más.
Según la eugenesia negativa, hay que esterilizar a las personas equivocadas y exterminarlas.
Esa es la eugenesia que retomaron los nazis.
Narrador: La eugenesia se enseñaba en las universidades.
Las sociedades médicas la confirmaron.
Los clérigos la predicaban.
John D. Rockefeller y Andrew Carnegie la financiaron.
Y algunos de los estadounidenses más prominentes la defendían.
Margaret Sanger, Alexander Graham Bell, e incluso Helen Keller.
Helen: Me parece que lo más sencillo y lo más sensato sería presentar casos como el de un bebé deforme idiota ante un jurado de médicos expertos.
Si las evidencias se presentaran abiertamente y las decisiones se hicieran públicas antes de la muerte del niño, habría muy poco riesgo de errores o abusos.
Debemos decidir entre una humanidad buena y un sentimentalismo cobarde.
Narrador: Treinta y tres de los 48 estados terminarían promulgando leyes eugenésicas que ordenaban la esterilización forzada bajo la tutela del Estado de personas consideradas "no aptas" física y mentalmente.
Individuos en prisiones, hospitales y asilos.
Más de 60,000 estadounidenses, fueron esterilizados sin su consentimiento antes de que el último de estos estatutos fuera eliminado de los libros en 2014.
La eugenesia también ofreció fundamentos racistas para aquellos que estaban convencidos de que la inmigración se tenía que restringir drásticamente.
Hombre 2: "El hombre de la vieja estirpe "está siendo desplazado de muchos distritos del país "por estos extranjeros.
"Al igual que hoy es sacado "de las calles de la ciudad de Nueva York "por esa turba de judíos polacos.
"Estos inmigrantes adoptan el idioma del estadounidense, "usan su ropa, roban su nombre "y están comenzando a llevarse a sus mujeres, "pero casi nunca adoptan su religión "o comprenden sus ideales.
"Y mientras los sacan de su propio hogar a empujones, "el estadounidense mira al extranjero con calma "y recomienda a otros la ética suicida que está exterminando a su propia raza".
Madison Grant.
Narrador: Madison Grant fue un conservacionista ampliamente admirado: amigo de presidentes, fundador del Zoológico del Bronx y responsable en parte de salvar la secuoya roja de California y conservar el búfalo, y fue fundamental para establecer los Parques Nacionales de los Glaciares, Denali y los Everglades.
Daniel O.: También era un violento antisemita y un violento anti italiano que estaba horrorizado por lo que veía que sucedía en las calles de Nueva York.
Entonces, publicó un libro llamado: "La caída de la gran raza", en el que presentó la idea de que las nacionalidades tienen características eugenésicas.
Llenó el libro con toda clase de mal llamada información histórica casi toda descabellada, pero muy persuasiva con al cual, de repente, le dio ciencia al movimiento antiinmigración.
Lo cito: "La ciencia indica que si los dejamos entrar, destruirán el patrimonio genético estadounidense".
Narrador: Para Grant y para muchos otros, los judíos eran una raza aparte que no se consideraba blanca, descartados como 'asiáticos ordinarios'.
Las supuestas afirmaciones 'científicas' sobre una rígida jerarquía eran un disparate.
La noción biológica de la raza misma es ficción.
Pero, sus ideas captaron la imaginación de los estadounidenses que ya se oponían a la inmigración.
Peter: Surgió una tendencia entre la gente de ver las nacionalidades como si fueran razas o especies.
Comparar nacionalidades con razas fue un rotundo error fundamental.
El acervo genético humano entre alemanes y franceses, holandeses e ingleses, no se parece en nada al acervo genético entre los perros caniches y los pastores alemanes.
Narrador: La xenofobia, aumentó en Estados Unidos cuando el país entró a la Gran Guerra en 1917.
Más de 116,000 soldados estadounidenses murieron en la guerra que se supone iba a poner fin a todas las guerras.
Pero nada de eso ocurrió.
Después de la guerra, Estados Unidos se vio convulsionado por la violencia entre blancos y negros en docenas de ciudades, atentados anarquistas, huelgas sangrientas y el 'Terror Rojo', que provocó el arresto de 10,000 sospechosos, de ser revolucionarios, en su mayoría inmigrantes, entre los que había algunos judíos.
Nell: El sentimiento antiinmigrante y el Terror Rojo se dieron al mismo tiempo.
Por eso, a comienzos de los años 20 existía una fervorosa noción de que los inmigrantes eran estúpidos, que los inmigrantes eran bolcheviques y que los inmigrantes eran una amenaza para Estados Unidos.
Peter: Y esto justificaba cada vez más en la mente de personajes como Madison Grant y Henry Cabot Lodge, un senador de Massachusetts que afirmaba que la forma de controlar los problemas era restringir la entrada de estas poblaciones desestabilizadoras.
Narrador: El antisemitismo se intensificó.
El pionero de los automóviles Henry Ford culpaba a los judíos por todo, desde el asesinato de Lincoln hasta el cambio que creyó haber sentido en el sabor de su chocolatina favorita.
Adquirió un semanario: el Dearborn Independent y lo usó para difundir su propaganda antisemita.
En una serie de 91 artículos semanales llamada: "El judío internacional", promovió "Los protocolos de los sabios de Sion", una patraña rusa según la cual existía una conspiración judía mundial para apoderarse del mundo.
La Revolución bolchevique en Rusia, parecía haber confirmado esos rumores.
Con el tiempo, los artículos se publicaron en cuatro volúmenes y se tradujeron a nueve idiomas, incluido el alemán.
El periódico de Ford siguió publicando su rabia antisemita y era el segundo con mayor circulación en el país.
A los judíos estadounidenses ya les negaban la membresía en clubes privados, y los bancos y los bufetes prestigiosos no los contrataban.
Los mantenían fuera de vecindarios atractivos con "convenios restrictivos".
Las cuotas estrictivas limitaban el número de judíos que entraban a la universidad y solo se permitían unos pocos maestros judíos en las facultades.
Los hoteles, ofrecían habitaciones solo para "gentiles".
Daniel G.: Creo que una de las cosas más desquiciadas de los antisemitas es que tienen creencias contradictorias y no les molesta.
Dicen: "los judíos son capitalistas, y son comunistas".
O dicen: "los hombres judíos son débiles y afeminados" o "los hombres judíos son una amenaza sexual para las mujeres no judías".
y son creencias contradictorias e ilógicas y a los antisemitas no les molestan.
Cómo luchas contra eso con la lógica.
Deborah: ¿Cuáles son los estereotipos que se asocian con el antisemitismo?
Tienen que ver con el dinero, y también con la inteligencia, pero no de forma positiva o afirmativa, sino confabuladora, y una pequeña conspiración: los judíos son pocos en número, pero saben controlar las cosas.
Son los titiriteros los que controlan a los títeres.
Narrador: A comienzos de la década de 1920, creció de forma constante el apoyo para que el Congreso legislara y restringiera la inmigración.
La idea era regresar a la mezcla étnica de Estados Unidos que existía antes de las oleadas de recién llegados del sur y el este de Europa.
Un renacido Ku Klux Klan, ahora con millones de miembros, era tan anticatólico y antisemita como había sido antinegro.
Estaba a favor de restringir la inmigración.
Al igual que clérigos protestantes y líderes sindicales convencidos de que los inmigrantes hacían que los salarios bajaran.
El presidente Calvin Coolidge también estaba a favor.
Dijo: "Estados Unidos debe permanecer estadounidense".
Organizaciones judías y católicas se oponían firmemente.
Un pequeño grupo de congresistas, en su mayoría de distritos urbanos y, por lo general, inmigrantes o hijos de inmigrantes, intentaron hablar por los nuevos estadounidenses que representaban.
Hombre 4: "Los conocía.
"Conocía a los irlandeses, a los judíos, "a los italianos y a los griegos.
"Conocía a las mujeres en los apartamentos de Brooklyn "que fregaban el suelo una y otra vez "en una batalla perdida contra la suciedad.
"Conocía sus riquezas, sus risas y la frustrante angustia "de luchar para ajustarse a Estados Unidos.
"También conocía su orgullo, "su sueño frustrado de independencia que fue lo que los trajo aquí".
Emanuel Celler.
Narrador: El nuevo congresista Emanuel Celler era un judío estadounidense de tercera generación que representaba al décimo distrito de Brooklyn.
Era uno de los de mayor diversidad étnica del país y a él le gustaba decirle a sus votantes que su abuelo católico se había echado al agua en la bahía de Nueva York para salvar a su abuela judía de ahogarse cuando el barco que ambos habían abordado en Alemania comenzó a hundirse.
Cuando Celler llegó a Washington en el invierno de 1923, se lanzó dentro de la lucha contra el último proyecto de ley antiinmigración, incluso antes de poder contratar personal.
Leyó atentamente libros en la Biblioteca del Congreso e invitó a científicos a testificar contra la eugenesia.
El trabajo de Madison Grant y sus compañeros eugenésicos, según Celler, son solo disparates.
"No existe tal cosa como razas superiores e inferiores.
Un grupo de personas es tan bueno como los demás".
Emanuel: Esta es sin duda una nueva doctrina para un Estados Unidos democrático que se fundó sobre la declaración de que todos los hombres son creados iguales.
Una bofetada a nuestros inmigrantes que se han adaptado y se han convertido en carne de nuestra carne y huesos de nuestros huesos.
Narrador: Pero nada de lo que dijeron Celler y sus aliados pudo frenar la aprobación de la nueva ley.
La Ley Johnson-Reed, se aprobó por una aplastante mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado.
El 16 de mayo de 1924, Cooldige firmó la ley.
Esta limitó drásticamente el número de inmigrantes que podían entrar a Estados Unidos.
Asignó cuotas para cada país, favoreciendo significativamente a los inmigrantes de los países del norte de Europa.
Rebecca: La Ley de Inmigración Johnson-Reed de 1924 en realidad buscaba establecer quién iba a ser estadounidense en el futuro.
Y un 85 % serían personas nacidas en países que ellos decidieran en 1924, y que enviarían inmigrantes blancos protestantes a Estados Unidos.
Narrador: La ley, no fijó limites a los inmigrantes de las Américas, que eran requeridos para trabajar en agricultura, pero sí vetó a todos los asiáticos, no solo a los chinos.
Un periódico japonés calificó la aprobación de la ley como "el más grande insulto en nuestra historia", y un prominente nacionalista declaró que haría que "una futura colisión entre Japón y Estados Unidos, fuera inevitable".
Por primera vez, antes de embarcarse hacia Estados Unidos, los migrantes potenciales tendrían que obtener una visa en un consulado estadounidense en su país, lo que dio a los burócratas del Departamento de Estado un control nunca antes visto sobre quién y quién no, merecía ser admitido.
La nueva ley tampoco hizo excepciones para los refugiados, aquellos que huían de desastres, guerras o persecución.
En 1921, 805,000 inmigrantes habían llegado a Estados Unidos.
En 1925, bajo el nuevo sistema de cuotas, solo se permitió entrar a menos de 150,000.
Varsovia.
Narrador: No había una cuota específica para los judíos, y tampoco se los nombró directamente en la ley.
Pero no era casualidad que los más recientes inmigrantes judíos vinieran de países de Europa Oriental que ahora tenían cuotas minúsculas.
Casi 120,000 judíos habían comenzado una nueva vida en Estados Unidos en 1921.
Cinco años después solo 10,000 pudieron hacer lo mismo.
"Estados Unidos cerró sus puertas justo a tiempo "para prevenir que nuestra población nórdica sea desplazada por las razas inferiores", dijo Madison Grant.
"La aprobación de esta ley es uno de los principales avances en la historia de este país".
Emanuel: "Decir que un puñado de hombres obligó "a que se aprobara la Ley de Inmigración en 1924 "es falso.
"Estados Unidos se estaba subiendo la falda "por temor a que los extranjeros la contaminaran.
"Descubrí que el temperamento del Congreso es el temperamento del país".
Emanuel Celler.
Narrador: En 1924, en una celda de una prisión en Landsberg, Bavaria, Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, los nazis, supo de la nueva ley de inmigración estadounidense.
Estaba en prisión por alta traición después de liderar un golpe de Estado fallido.
Estaba complacido de que Estados Unidos se sintiera como lo que él denominó un "Estado nórdico germánico" y que hubiera actuado para preservar su pureza al excluir ciertas razas.
Aquellas ideas eran un reflejo de las creencias de Hitler, que estaba dispuesto a explotar el caos que se apoderó de Alemania después de su derrota en la Gran Guerra para promoverlas.
En Versalles en 1919, los triunfantes Aliados impusieron un tratado a los alemanes en el que les exigían entregar 10 % de su territorio, así como sus colonias en África, pagar cuantiosas reparaciones y desarmarse por completo.
Hitler, quien había sido un desconocido mensajero del ejército cuando la guerra terminó, estaba entre aquellos que se convencieron a sí mismos de que Alemania no había sido derrotada en el campo de batalla, sino que los socialistas y los judíos la habían apuñalado por la espalda.
En prisión, Hitler trabajó en un libro titulado Mein Kampf, 'Mi lucha'.
Según él, la historia era un conflicto racial sin fin en el que los judíos estaban debilitando la raza superior, llamada raza 'aria'.
Peter: Según los nazis, la más peligrosa de las otras nacionalidades eran los judíos.
Y la razón por la que lo eran no era solo porque fuese hereditaria, sino por una enseñanza cristiana de que eran corruptoras y cosas así.
También se debía a que introdujeron al mundo las nociones de consciencia, de la regla de oro, del juego limpio y de la cooperación internacional.
Timothy: Lo peculiar de lo que armó Hitler, es decir que los judíos son responsables de todas las ideas globales, de todas las ideas universales.
"Cualquier cosa que nos permita vernos entre nosotros "como personas y no como miembros de una raza, es su culpa".
Narrador: Los 523,000 judíos alemanes eran menos del 1 % de la población de su país.
Pero 100,000 de ellos habían luchado durante la Gran Guerra y 12,000 habían muerto.
Habían superado siglos de persecución y se convirtieron en comerciantes, fabricantes, músicos, abogados, escritores, científicos, artistas, funcionarios gubernamentales, y eran alemanes leales.
Günther: Estábamos completamente integrados en un pueblo de unos 65,000 habitantes y nos sentíamos en casa.
Narrador: La ciudad de Hildesheim, al norte de Alemania, era el hogar de unas mil familias judías.
Julius Stern era dueño de una pequeña tienda.
Su esposa, Hedwig, era la hija de un comerciante acomodado.
Tenían tres hijos.
El mayor era Günther, que nació en 1922.
Günther: Mi madre era una mujer sumamente brillante.
Podía escribir versos en alemán para cualquier ocasión y era reconocida como la "poeta laureada" de la familia.
Tenía un vecino que era mi mejor amigo por el simple hecho de que los dos nos llamábamos 'Günther'.
Y su familia era protestante pero no eran muy conservadores.
Y nosotros no éramos muy devotos siendo judíos.
Narrador: Pero para Hitler, todos los judíos eran sectarios, apátridas, "sanguijuelas" infrahumanas que drenaban la fortaleza de los países donde vivían.
Desde su celda, prometió que algún día liberaría a Alemania de los judíos y, al hacerlo, restablecería su grandeza.
Según él, para triunfar en esa lucha, se requería poderío militar, 'fertilidad aria' y pureza racial.
Buscaría acabar con el poder de lo que él creía era una conspiración mundial: el judaísmo internacional.
Al mismo tiempo, soñaba con recuperar territorios alemanes y librar una guerra contra la Unión Soviética para destruir al mismo tiempo lo que él denominaba "bolchevismo judío" y obtener para Alemania el "Lebensraum", espacio vital, al cual Hitler creía que la nación tenía derecho.
Peter: Para Hitler, la expansión de Alemania hacia Europa Oriental, había tenido como preludio lo que nosotros habíamos hecho en Estados Unidos una expansión de los blancos por todo el continente de este a oeste.
Barriendo con los pueblos que ya vivían allí y confinándolos en reservaciones.
Narrador: Según Hitler, la inmensa fortaleza interna de Estados Unidos venía del acto despiadado, pero necesario, de asesinar a los nativos y arrear a los demás hacía las "jaulas".
Timothy: Nos veía como la forma en que debe funcionar la superioridad racial.
Las razas superiores conquistan el territorio.
Así, si algo, y la actitud antes de la guerra era una actitud de admiración innegable.
Narrador: Hitler esperaba que, al igual que los estadounidenses habían conquistado el salvaje Oeste, sus compatriotas conquistaran el salvaje Este: Europa Oriental y la Unión Soviética.
"Nuestro Misisipi", dijo, "debe ser el Volga".
Los alemanes, harían a un lado a aquellos que inconvenientemente ocuparan esas tierras: polacos y otros esclavos, así como judíos, tal como se había barrido con los indígenas americanos.
Cuando Hitler salió de prisión en diciembre de 1924, la incipiente República de Weimar que había surgido al final de la Gran Guerra por fin estaba madurando.
Berlín, la capital y la ciudad más grande, hogar de un tercio de los judíos alemanes, se había convertido en el centro intelectual y creativo de Europa.
Albergó expresionismo en la pintura y el cine.
Arquitectura Bauhaus, jazz estadounidense, avances científicos y música vanguardista, libertad sexual y política de izquierda.
Berlín representaba todo lo que Hitler odiaba y esperaba destruir.
Narrador: En el otoño de 1929, tras casi una década de crecimiento económico sin precedentes, la bolsa de valores de Nueva York se desplomó.
La Gran Depresión que vino después sería la peor crisis que había enfrentado Estados Unidos desde su Guerra Civil.
Antes de que acabara, uno de cada cuatro asalariados, más de 15 millones de hombres y mujeres, quedarían desempleados.
Ahora, los estadounidenses estaban todavía menos dispuestos a recibir trabajadores del extranjero que antes.
El presidente Herbert Hoover ordenó a todos los consulados en el extranjero implementar de forma estricta la que parecía haber sido una disposición menor de la ley de inmigración.
En adelante, Estados Unidos le negaría la visa a cualquier inmigrante potencial que pueda convertirse en una carga pública, y deba depender del apoyo gubernamental.
Bajo el eslogan: 'empleos estadounidenses para estadounidenses de verdad', el Departamento del Trabajo de Hoover autorizó que alguaciles, comisarios federales y justicieros por mano propia atraparan cerca de 1,800,000 personas de ascendencia mexicana y las deportaran.
Se llamó: "Programa de repatriación de mexicanos", pero se cree que seis de cada diez eran ciudadanos estadounidenses.
En 1932, por primera vez en la historia de Estados Unidos, más personas dejaron el país que las que pudieron entrar.
Hombre 2: "Nos acercamos a la isla Ellis, "antes entrada para miles que buscaban fortuna, "y ahora todos los meses ve como miles son desterrados "después de ser sentenciados por la junta de inmigración "por no cumplir con los requisitos "de un buen ciudadano.
"Entre los deportados de hoy hay una pareja de esposos; "separados a la fuerza "por el mandato severo del Tío Sam.
"Y así, el símbolo de la libertad "se vuelve un recuerdo desvanecido de lo que pudo ser".
♪ [música] ♪ Narrador: La Gran Depresión se expandió de forma implacable por todo el mundo.
En Alemania, más de un tercio de los adultos estaban sin trabajo.
La democracia parlamentaria parecía incapaz de mejorar las cosas.
La República de Weimar tambaleaba.
Los gobiernos iban y venían.
La búsqueda de chivos expiatorios se intensificó.
Hitler vio su oportunidad en medio del caos.
Adolf: Los tres partidos: el centro, los socialdemócratas y los comunistas en realidad, acabaron con la nación alemana a la velocidad de la luz.
Narrador: En 1928, menos del 3% de los votos habían sido para los nazis.
En 1932, tenían el partido más grande del país, pero no lo suficiente para formar gobierno.
Para atraer a los moderados, los nazis minimizaron su antisemitismo e intensificaron la guerra callejera contra los socialistas y los comunistas para convencer a los votantes de que una guerra civil era inminente.
Entonces, un pequeño grupo élite de conservadores se involucró y el 30 de enero de 1933, se aseguraron de que Hitler fuera nombrado canciller, seguros de que podían controlarlo.
"Lo hemos contratado", le dijo uno de ellos a un amigo.
"En unos pocos meses, lo tendremos tan acorralado que va a chillar".
Lo juzgaron mal.
Timothy: Las personas que hicieron que Hitler llegara al poder no estaban de acuerdo con todas sus ideas.
De hecho, era lo contrario.
Pero sí creían que ya no podían tener democracia, porque sí tenían democracia, la izquierda y los sindicatos tomarían el poder.
Así, las personas que hicieron que Hitler llegara al poder estaban muy conscientes y deseosos de querer acabar con la democracia.
Narrador: En dos meses, con una crueldad que sorprendió tanto a sus partidarios como a sus opositores, Hitler acosó al parlamento, el Reichstag, para que le otorgara el poder de un dictador absoluto.
La mañana después de que Hitler tomó el poder, los nazis a nivel local organizaron marchas de la victoria por todo el país.
En Hildesheim, desde el apartamento de la familia Stern se podía ver el desfile.
Günther: Nos quedamos en casa y mis padres dijeron: "Ni siquiera miren por la ventana".
Y, en la parte donde terminaba el desfile, estaban mis compañeros de clase.
Mi padre llamó a mi hermano a lo que llamábamos el ' gute stube', el mejor espacio del apartamento.
Y nos dijo: "Siéntense, tengo algo que decirles".
Lo que nos dijo fue: 'No llamen la atención.
Al que llama la atención, lo atrapan'.
Nos lo tomamos en serio.
Y nos dijo: 'Sean como la tinta invisible'.
En otras palabras, algún día volverá a salir a la luz lo que son.
Pero por ahora, desaparezcan entre la multitud.
♪ [música] ♪ Franklin: Yo, Franklin Delano Roosevelt, juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo de presidente de los Estados Unidos.
Y en la medida de mis capacidades... Narrador: Estados Unidos también tuvo un nuevo gobernante en ese invierno.
Franklin Delano Roosevelt prestó juramento como el trigésimo segundo presidente el 4 de marzo.
Franklin: Hoy es un día de consagración nacional... Narrador: La situación económica había empeorado constantemente desde 1929, tanto que estadounidenses de ambas corrientes políticas le pidieron al nuevo presidente que también asumiera poderes dictatoriales.
Franklin: En el caso de que el Congreso fracase... Narrador: En su discurso inaugural, aseguró a los estadounidenses que "a lo único que debemos temer es al temor mismo", pero también advirtió que, si todo lo demás fracasaba... Franklin: Pediré al Congreso el único instrumento que queda para enfrentarse a la crisis: un amplio poder ejecutivo para librar la batalla contra la emergencia, equivalente al que se me concedería si nos invadiera un enemigo extranjero.
Narrador: Su esposa, Eleanor, recordó que la reacción entusiasta de la multitud a ese pronunciamiento le pareció "un poco aterrador".
En los siguientes 100 días, Roosevelt firmó 16 leyes importantes que sentaron las bases de lo que él llamó el Nuevo Trato.
Su principal objetivo era que los estadounidenses regresaran a trabajar.
La política exterior quedó en gran medida en manos del Departamento de Estado: pequeño, retrógrado, dominado por miembros conservadores de la clase dirigente protestante.
El secretario de Estado de Roosevelt, era Cordell Hull, un exsenador de Tennessee que estaba más preocupado por incrementar el comercio del país con el mundo, y por principios se oponía a interferir en los asuntos internos de otros países.
Adolf: Caballeros, desde el 30 de enero, en Alemania ha ocurrido una conmoción que acertadamente se conocerá en nuestra historia como la revolución nacional.
De más está decir que semejante proceso histórico, al igual que cualquier operación de combate, va de la mano con incidentes lamentables aquí y allá.
Narrador: Muchos alemanes, tanto judíos como gentiles, creían que cuando Hitler llegara al poder, moderaría sus opiniones.
Se consolaban con un antiguo dicho alemán: "Nada se come tan caliente como se cocina".
Otros esperaban que su Gobierno colapsara rápido, como había pasado con tantos otros.
Los nazis no tardaron en frustrar esas esperanzas.
Semanas después de asumir el poder, los combatientes Camisas Pardas y los miembros de una organización paramilitar élite que vestían de negro, llamada las Schutzstaffel, o SS, habían arrestado a unos 4,800 socialistas y comunistas, y no tardaron en enviarlos al primero de muchos campos de concentración, reclusorios vigilados, destinados en un inicio a albergar una gran cantidad de opositores políticos a quienes les habían quitado todos sus derechos como ciudadanos.
Se estableció a unas 12 millas de Múnich, cerca de la aldea de Dachau.
A finales de año, más de 100,000 personas en toda Alemania habían sido enviadas a prisión.
Entretanto, los Camisas Pardas asaltaban las calles alemanas y golpeaban a cualquiera que ellos creyeran que parecía judío, y gritaban: '!¡cuando salga la sangre judía del cuchillo, todo volverá a estar bien!'.
Hombre 5: Chicago Tribune.
"Grupos de nazis llevaron a cabo redadas indiscriminadas "por toda Alemania "con el objetivo de intimidar a la oposición, "en especial a los judíos.
"Tal como muchos dijeron en declaraciones juradas "hombres y mujeres eran insultados, abofeteados, "golpeados en la cara, aporreados en la cabeza, "y sacados de sus casas en pijama.
"Nunca había visto a ciudadanos respetuosos de la ley vivir tan aterrados".
Edmond Taylor.
Narrador: Los periódicos estadounidenses publicaron más de 3,000 historias sobre incidentes antisemitas durante los primeros 100 días del régimen nazi.
Daniel G.: Los estadounidenses que leían periódicos o que oían la radio, tenían acceso a mucha información sobre la persecución de los nazis a los judíos.
¿Era la historia principal?
No.
En los años 30, lo más importante era Depresión Pero no se puede decir que la información no estaba ahí.
Estaba ahí.
Narrador: A muchos estadounidenses les horrorizaba lo que leían.
Pero, otros eran escépticos, ya que recordaban la sensacionalista propaganda antialemana de la Gran Guerra que había resultado ser falsa.
Los judíos estadounidenses estaban profundamente divididos respecto a lo que deberían hacer, si es que debían hacer algo.
Daniel: Creo que muchos judíos estadounidenses estaban divididos entre hacer sonar las alarmas y no querer ser alarmistas.
Acababan de establecer su identidad como estadounidenses de forma muy precaria.
Deborah: ¿Qué puede mejorar la situación?
Nadie lo sabía en realidad.
Además, sus líderes políticos les decían constantemente: "si hablan y hacen un escándalo, las cosas solo van a empeorar".
También existía un temor, un temor legítimo, que si hablaban mucho del tema, los estadounidenses iban a decir, "bueno, es cierto, los judíos son así, son confabuladores".
Narrador: El 20 de marzo, a pesar de una fuerte tormenta, unos 1,500 representantes de organizaciones judías se reunieron en el salón del hotel Astor de Nueva York, con la esperanza de llegar a un acuerdo sobre qué hacer.
Cuando muchos propusieron una protesta masiva en el Madison Square Garden, entre otras protestas en todo el país, un magistrado de la Corte Suprema de Nueva York Joseph Proskauer, se opuso.
Les rogó a los presentes que votaran en contra de manifestaciones públicas que solo provocarían más a Hitler.
La multitud lo abucheó, pero él prosiguió: "Les pido que piensen si quieren ver sangre judía en las alcantarillas de Alemania".
Entonces, Stephen Wise, el rabino más conocido en Estados Unidos, se puso de pie.
Wise exigió que Proskauer se disculpara por insinuar que los judíos estadounidenses podrían ser culpados por lo que los nazis les hicieron a los judíos alemanes.
Wise había nacido en Budapest y era tan famoso que la oficina de correos le entregaba cartas dirigidas tan solo a "Rabino, EE.UU."
Era un orador sofisticado, carismático y brillante que se había apartado del mundo de sus ancestros ortodoxos para establecer la Sinagoga Libre en Manhattan.
"La hora de la prudencia y la precaución ya pasó", dijo.
Stephen: Hoy debemos hablar como hombres.
¿Cómo podemos pedirles a nuestros amigos cristianos que alcen la voz en protesta contra los ataques que sufren los judíos si nos quedamos callados?
Lo que está pasando en Alemania hoy, puede pasar después en cualquier otro lugar de la Tierra, a menos que se cuestione y se condene.
No están atacando a los judíos alemanes, sino a los judíos.
Narrador: El rabino Wise lo logró.
La protesta en el Madison Square Garden se programó para el 27 de marzo.
Entretanto, los veteranos de guerra judíos lideraron una marcha hacia la alcaldía de Nueva York e hicieron un llamado a boicotear los productos alemanes.
Cuando las organizaciones judías en Inglaterra secundaron esas demandas, los nazis afirmaron que eso era prueba de que el Reich estaba bajo el ataque de los judíos en todas partes.
Los nazis dijeron que las historias de maltrato contra los judíos eran mentira.
Mentiras judías.
Hermann Goering, uno de los asesores más cercanos a Hitler, aseguró a la prensa extranjera que el Gobierno alemán actuó contra los bolcheviques, no los judíos.
Prometió que nadie jamás "sería víctima de persecución por el simple hecho de ser judío".
También ordenó a los líderes judíos alemanes que hicieran un llamado para poner fin inmediatamente a todas las manifestaciones en contra de Alemania.
De lo contrario, dijo Goering, "vamos a tomar venganza.
"Los judíos en Estados Unidos e Inglaterra "esperan causarnos daño.
Ya sabremos cómo lidiar con sus hermanos en Alemania".
La embajada de Estados Unidos en Berlín le envió un cable al secretario de Estado Cordell Hull diciendo que los nazis eran los que mentían, pero que la situación de los judíos se estaba deteriorando rápidamente.
Pero Hull insistió en que el maltrato terminaría, que las cosas volverían a la normalidad, si se acababan las protestas en Estados Unidos.
Hombre 6: Miles de personas que esperaron por horas tras líneas policiales corrieron cuando se abrieron las puertas del Madison Square Garden.
Tanto judíos como gentiles corren por una silla y 22,000 personas logran entrar.
Narrador: El 27 de marzo de 1933, más de 20,000 neoyorkinos llenaron el famoso estadio para poder dar su apoyo a los judíos alemanes.
Otros 35,000 se reunieron afuera alrededor de unos altavoces.
Los clérigos cristianos denunciaron a los nazis.
El exgobernador de Nueva York Al Smith, cuya candidatura presidencial de 1928 se había visto socavada por intolerancia anticatólica, equiparó a los nazis con el Ku Klux Klan.
Dijo: "Para mí, no hay diferencia entre ambos.
Ya sea una Camisa Parda o una bata blanca".
El rabino Wise fue el último en hablar.
Stephen: Si las cosas empeoran para nuestros hermanos judíos en Alemania, algo que no estoy dispuesto a creer, entonces, con humildad y mucho pesar inclinaremos nuestras cabezas ante la presencia del trágico destino que amenaza, y nuevamente apela a la consciencia del cristianismo para salvar a la civilización de una vergüenza que quizás es inminente.
Narrador: Hubo protestas parecidas en Chicago, Filadelfia, Boston, Baltimore y otras 70 ciudades y pueblos estadounidenses.
Se dice que participaron más de un millón de norteamericanos.
Ahora Hitler decía que los judíos controlaban el Gobierno de Estados Unidos.
Ordenó un boicot de un día contra los negocios de los judíos en toda Alemania.
Los Camisas Pardas se ubicaron a las afueras de tiendas y edificios de oficinas para intimidar a cualquiera que quisiera entrar.
Una y otra vez, los judíos estadounidenses se enfrentaban a un dilema angustiante: si se quedaban callados sobre la persecución nazi, se vería como si hubieran abandonado a sus compañeros judíos.
Si protestaban, corrían el riesgo de parecer confirmar la idea falsa de Hitler sobre el poder de los judíos en todo el mundo.
Hombres: Alemanes, libérense de la tiranía de los judíos.
Alemanes contraataquen.
No les compren a los judíos.
Alemanes, libérense de la tiranía de los judíos.
Narrador: El rabino Wise esperaba poder persuadir al presidente Roosevelt para que emitiera una condena formal contra el régimen nazi.
Roosevelt detestaba a Hitler, cuyo Mein Kampf había leído en alemán, y a quien en privado se refería como 'demente'.
Él y Eleanor habían crecido en un enrarecido mundo patricio en el que el antisemitismo era normal.
Pero la vida en el multiétnico mundo de la política de Nueva York les había cambiado sus puntos de vista.
Los judíos estadounidenses veían en Roosevelt a un amigo.
Deborah: Él conocía a muchos judíos, y era vecino de Morgenthau, quien sería secretario del Tesoro.
Pero también quiere ser muy cuidadoso.
Sabe que en Estados Unidos la situación financiera es espantosa.
Narrador: En 1932, Roosevelt había sido el primer candidato de uno de los partidos principales que denunció públicamente el antisemitismo.
Y como premio, los judíos estadounidenses le otorgaron entre 70 y 80 % de sus votos.
El Gobierno federal siempre había sido la reserva privada de protestantes blancos anglosajones.
Roosevelt lo abrió a hombres y mujeres talentosos, sin importar su credo.
Nombró a más judíos en su administración que cualquier presidente antes que él.
Pero gran parte de sus asesores permanecieron divididos, y los más cercanos a Roosevelt le advirtieron que alzar la voz solo pondría a los judíos en Alemania en mayor riesgo, y se intensificaría el antisemitismo en el país.
Deborah: En todo caso, lo hicieron retroceder.
No se involucre, no se pronuncie, solo empeorará las cosas.
Narrador: Por ahora, Roosevelt estaría del lado de los más cautelosos, con la esperanza de que los gestos conciliadores con Hitler en otros frentes lo instaran a actuar con moderación.
Günther: Y fue un proceso gradual.
Primero, había unos niños que ya no te saludaban, pero fue tan gradual que uno lo aceptaba, o no lo aceptaba, pero trataba de ignorar esas primeras expresiones de cambio de ideología hacia la maldad.
Sol: Todo estuvo bien hasta que, no sé, tenía 3 o 4 años.
Uno de los niños con los que jugaba me llamó sucio judío y me pegó.
Después de eso, dejé de ir a jugar al parque.
Narrador: Los padres de Sol Messinger, al igual que miles de judíos polacos, habían emigrado a Alemania con la esperanza de huir de la pobreza y el antisemitismo.
Se establecieron en Berlín, que había sido una de las ciudades más tolerantes de Europa.
Sol: Al otro lado de la calle, en el primer piso, había muchas tiendas.
Alrededor de la mitad eran de personas judías.
Recuerdo que un día vi que comenzaron a formarse multitudes.
De repente alguien lanzó una roca a la ventana, rompió las ventanas.
Y las personas entraron a las tiendas y simplemente se llevaron la mercancía.
Había policías ahí parados y no hicieron absolutamente nada, solo permitieron que sucediera.
Narrador: Susan y Joseph Hilsenrath vivían con sus padres y su hermano menor en Alemania Occidental.
Susan: Nací en un pequeño pueblo de Alemania, en Bad Kreuznach.
Vivíamos bien, mi padre tenía una tienda de ropa blanca.
Le estaba yendo muy bien y cuidaba bien de su familia.
Éramos muy felices viviendo en nuestra casa, hasta que Hitler llegó al poder.
Boicotearon la tienda de mi padre.
Ya no pudo seguir trabajando para mantenernos.
Joseph: Con la llegada de los nazis, por supuesto tuvo que cerrar su negocio.
Vendía frutas y vegetales para ganarse la vida, pero, de algún modo, lo lograba.
Cada vez que lo pienso quedo estupefacto.
Nos mudamos a un apartamento y luego a otro.
Así que cada paso era hacia abajo y siempre era porque éramos judíos, teníamos que mudarnos.
Susan: Mis padres querían que tuviéramos una infancia normal en una situación insufrible.
Es que era imposible no verlo, éramos niños inteligentes, pero la verdad no entendíamos que todo iba a empeorar.
Supongo que quizás muchos judíos que vivían en Alemania en ese entonces no sabían que todo iba a empeorar, pero así fue.
Narrador: En la noche del 10 de mayo de 1933, estudiantes de Berlín y de otros 30 pueblos estudiantiles saquearon las bibliotecas de sus campus, sacaron cantidades de libros de autores judíos y de autores gentiles que los nazis consideraban que encarnaban un espíritu no alemán y los lanzaron a fogatas.
Escritos de Sigmund Freud y Albert Einstein, Thomas Mann, Ernest Hemingway y Rosa Luxemburg; así como muchísimos otros terminaron entre las llamas.
La quema de libros marcó el final de un mes en el que el Reich había promulgado sus primeras leyes abiertamente antijudías.
Salvo ciertas excepciones, a los hombres y mujeres de las, así llamadas, 'ascendencias no arias', se les ordenó dejar su empleo en el Gobierno.
A los médicos y odontólogos judíos se les prohibió tratar pacientes dentro del sistema de salud gubernamental.
Se les prohibió a los judíos entrar a la abogacía, los editores y periodistas judíos, así como los artistas y músicos, perdieron sus sustentos.
Joseph Goebbels, ministro de Ilustración Pública y Propaganda de Hitler, lideró la quema de libros en Berlín.
Se regocijó porque marcaba 'el fin del intelectualismo judío'.
Deborah: Fue paso a paso.
Despidieron a los jueces y a los abogados, judíos que trabajaban en los tribunales.
Echaron a los maestros judíos.
Los nazis estaban muy atentos a la reacción del público.
Fue muy poco a poco.
Lo evaluaban, eran muy cautelosos con lo que aceptarían los alemanes.
Narrador: Hitler acabó con los partidos de oposición, aplastó los sindicatos y con el tiempo ordenaría el asesinato de rivales potenciales.
El objetivo del Gobierno nazi, dijo Goebbels, era que "en Alemania solo debe haber una opinión, un partido y un credo".
Dorothy: "En la nueva Alemania "no debe haber minorías de opinión "ni lealtades divididas.
"La mayoría de los hombres vestirán uniforme, "el emblema de su membresía a esa comunidad secreta "y mística de hermanos de sangre, el Estado alemán.
"Preferiblemente, "las mujeres usarán delantales de cocina "y se quedarán en casa a cuidar de los niños; "algo que muchas harán gustosamente por Alemania.
"No tendrán opiniones políticas, pero igual nadie las va a tener".
Dorothy Thompson, Saturday Evening Post.
Narrador: Para los corresponsales extranjeros, reportar lo que realmente pasaba en Alemania era difícil.
A veces las fuentes tenían miedo de hablar.
Los reporteros eran reacios a citar las fuentes por su nombre por temor a delatarlos con la policía secreta, llamada la Gestapo.
Los nazis controlaban la prensa alemana e instaron a los extranjeros a informar sobre los asuntos de Alemania sin tratar de interpretarlos.
El periodista William L. Shirer, escribió en su diario que eso significaba que "debemos subirnos a la carreta de la propaganda nazi".
Pero los mejores periodistas estadounidenses sí escribieron sobre lo que estaba sucediendo, sin importar lo mucho que el Gobierno nazi tratara de ocultarlo.
Edgar Ansel Mowrer, del Chicago Daily News, cubrió el ascenso al poder de Hitler con tanta sinceridad que en el verano de 1933, los nazis dejaron en claro que ya no podían garantizar su seguridad en Berlín.
Cuando Mowrer abandonaba el país, un oficial nazi le preguntó cuándo pensaba regresar a Alemania.
El estadounidense respondió: "cuando regrese con unos dos millones de mis compatriotas".
Narrador: El turno de Dorothy Thompson llegaría en el siguiente verano.
Había cubierto Europa de forma intermitente desde 1920 y tenía una reputación de hacer un periodismo vivido y de incluirse en sus reportajes.
Había entrevistado a Hitler para la revista Cosmopolitan antes de que este asumiera el poder y lo calificó de "amorfo, sin rostro, inseguro, el prototipo preciso de un hombrecito".
Pero ella también había leído Mein Kampf y vio que la escalofriante visión de Hitler sobre el futuro en Alemania se hacía realidad rápidamente y se negó a andarse con rodeos al decirlo: "la situación de los judíos es simplemente espantosa, desesperada", dijo.
"Los informes sobre las atrocidades no solo son modestos, son subestimados".
Regresó a Estados Unidos por un tiempo, pero siguió escribiendo para el Jewish Daily Bulletin, en Nueva York.
Cuando regresó a Alemania en el verano de 1934, Hitler, que jamás había olvidado su despectivo artículo sobre él y le consternaba que ella, una no judía, escribiera para una publicación judía, ordenó personalmente que saliera del país en las siguientes 24 horas.
En la mañana del 26 de agosto, abordó un tren hacia Francia con sus brazos llenos de rosas, American Beauty, que recibió de sus colegas, que la admiraban.
"La verdad, me sacaron de Alemania por el delito de blasfemia", comentó.
"Mi delito fue creer que Hitler era un hombre cualquiera".
Dorothy: Parece haber una confusión sobre el movimiento de Hitler.
Muchos parecen creer que la persecución a los judíos, después de la llegada de Hitler al poder, es por algo que los judíos han hecho.
En realidad, el antisemitismo ha sido la plataforma del nacional socialismo durante 13 años.
Las llamadas personas civilizadas no creyeron que, si llegaba al poder, ejecutarían este programa.
Narrador: La expulsión de Thompson la convirtió de inmediato en una celebridad en Estados Unidos.
Hizo una gira de conferencias por 30 ciudades, donde advirtió que, "Alemania ya está en guerra y el resto del mundo no se lo cree".
Y en una columna sindicada, instó a Washington una y otra vez para que flexibilizara las barreras que evitaban que los desesperados judíos alemanes emigraran a Estados Unidos.
Pero el Departamento de Estado afirmó que, de hecho, muy pocos querían venir a Estados Unidos.
Rebecca: En los años 30 y 40, se podía ser abiertamente antisemita y trabajar en el Departamento de Estado.
El resto de Washington cambiaba bajo el gobierno de Roosevelt con el Nuevo Trato, pero los funcionarios del Departamento de Estado eran más conservadores, antisemitas y nativistas, al menos abiertamente, que en otras ramas del gobierno.
Narrador: Los funcionarios consulares en Berlín y el resto de Europa siguieron aplicando celosamente la vieja directriz de negar la visa a cualquier inmigrante potencial "que pueda convertirse en una carga pública".
Por lo tanto, exigían bastante información sobre los recursos financieros de los aplicantes.
Deborah: En algunos consulados, los diplomáticos estadounidenses que otorgaban visas tenían que convertirse en adivinos: ¿podría esta persona puede convertirse en una carga pública?
Bueno, dice que tiene un tío que la va a mantener y muchas cartas, pero no es un padre ni un hermano.
No podían venir si ya tenían trabajo porque eso significaba que estaban quitando un empleo a alguien.
Ni venir si no tenían trabajo porque podrían terminar recibiendo subsidio o el apoyo del Gobierno.
Narrador: También siguieron insistiendo en duplicados de actas de nacimiento y documentos gubernamentales que dieran fe de la buena reputación de los aplicantes.
Un hombre dijo: "parece absurdo tener que ir donde tu enemigo "y pedirle que te dé una referencia sobre tu reputación".
Al hacer casi imposible que los judíos alemanes obtuvieran visas, el Departamento de Estado dijo que había pocas aplicaciones para convencer a la Casa Blanca de que no había una crisis migratoria.
El congresista Emanuel Celler acusó al servicio consular de tener un corazón sofocado por el protocolo.
Frances Perkins, secretaria de trabajo de Roosevelt, estuvo de acuerdo con los críticos del Departamento de Estado.
Era la primera mujer que hacía parte de un gabinete presidencial y había conocido y trabajado con inmigrantes toda su vida.
Creía que Estados Unidos debía ser un albergue para los refugiados y promovió un plan para facilitar su entrada.
Pero el Departamento de Estado se negó a flexibilizar sus normas.
"Si comienzan a llegar barcos llenos de inmigrantes judíos a la ciudad de Nueva York", escribió un funcionario consular, "la mayoría de la población gentil de país "dirá que un Departamento de Estado dormido los ha traicionado".
Casi toda opinión pública se oponía a flexibilizar las restricciones.
Deborah: La gente no tenía empleo y hacía fila para recibir comida.
¿Me pides que me preocupe por la persecución a 600,000 o 585,000 judíos en Alemania?
No puedo alimentar a mi familia.
Narrador: Y la disposición de Roosevelt a trabajar con judíos ya se había convertido en una fuente de controversia.
Los oradores de la derecha ahora denunciaban al que llamaban el Trato Judío.
Otros afirmaban que Roosevelt era judío y que su verdadero nombre era 'Rosenfeld'.
Las organizaciones antisemitas proliferaron en Estados Unidos, más de cien antes del fin de la década.
En la costa este, William Dudley Pelley, un místico que creía que recibía órdenes directamente de Jesús, dirigía una organización fascista paramilitar inspirada en los Camisas Pardas nazis, llamada "La Legión de Plata de Estados Unidos", y afirmaba que en el país había 22 millones de comunistas que seguían órdenes de rabinos.
En el Medio Oeste, un evangelista llamado Gerald Winrod aseguró a sus radioescuchas que Roosevelt era un diablo controlado por judíos, mientras que Hitler era un hombre con todas las letras y un leal defensor del cristianismo.
Un grupo que se hacía llamar 'Amigos de la Nueva Alemania' profanaba muros de sinagogas con esvásticas.
Y el padre Charles Coughlin, un sacerdote de Detroit, con millones de radioyentes, culpaba de la depresión a los prestamistas y a los banqueros internacionales; palabras en código para referirse a los judíos.
Charles: Expulsarían a los cambistas del tiempo y ustedes lo hicieron.
Deborah: Comenzó a dar sermones abiertamente antisemitas, sin ninguna duda, muchos de los cuales venían directamente de Goebbels, venían directamente de la propaganda alemana.
Y millones de estadounidenses lo escuchaban.
Narrador: Un visitante a la Casa Blanca informó que Roosevelt estaba muy preocupado por el creciente sentimiento antisemita y pronazi en Estados Unidos.
Entretanto, a comienzos de 1935, Hitler reveló que había comenzado a construir una fuerza aérea: la Luftwaffe, y pidió que se creara un programa masivo de rearme: artillería, submarinos y un ejército inmenso.
Todas esas medidas violaban el Tratado de Versalles de forma flagrante.
♪ [música] ♪ La noche del 26 de julio de 1935, el SS Bremen se preparaba para zarpar hacia Alemania desde el puerto 86, en Manhattan.
Ondeaba dos banderas: los colores imperiales de Alemania y en la proa la cruz torcida de la esvástica nazi.
1,300 pasajeros y sus elegantes amigos habían subido al barco para despedirse.
También había unos cuantos miles de curiosos.
Una docena de marinos mercantes neoyorquinos también habían subido.
El Club del Partido Comunista de Estados Unidos de la calle 10, los había enviado para vengar a un marinero que había sido arrestado en Hamburgo por tener literatura antinazi.
Cuando llegó el momento de que los invitados desembarcaran, los marineros se lanzaron hacia la proa.
Policías de Nueva York y la tripulación del barco intentaron detenerlos.
Un policía recibió una fuerte golpiza y un intruso recibió un disparo en la pierna, pero dos hombres lograron llegar a la bandera nazi y, con los vítores de los espectadores, la cortaron y la arrojaron al Hudson.
Seis hombres fueron arrestados y enviados ante un juez, un inmigrante ruso llamado Louis Brodsky.
Envió a un manifestante a prisión por usar manoplas, pero liberó a los demás.
La esvástica, dijo: no es más que una bandera negra de piratería.
Representa "una revuelta contra la civilización, "una guerra sin piedad contra la religión y las libertades".
Los líderes nazis aprovecharon el incidente con avidez.
Herman Goering dijo que un judío imprudente y su insaciable odio hacia Alemania había insultado a todo el país.
Se presentó una protesta formal ante el Departamento de Estado.
El secretario Hull dijo que no iba a cuestionar la decisión del juez Brodsky, pero sí dijo 'lamentar' que el juez se hubiera permitido pronunciar expresiones ofensivas hacia otro gobierno con el que tenemos relaciones oficiales.
Hitler no se calmó.
En el mitin anual del partido nazi, en Núremberg, en septiembre, se declaró la esvástica como la bandera oficial de Alemania.
Esta, dijo Goering, "se ha convertido para nosotros "en un símbolo sagrado.
Es el símbolo antijudío para el mundo".
En Núremberg, los nazis también promulgaron una serie de nuevas leyes antisemitas todavía más duras.
Los judíos, y potencialmente cualquiera que se opusiera al Reich, se convertiría en súbdito, no ciudadano de Alemania y sin ningún derecho político.
Para defender la supuesta pureza racial del pueblo alemán, estas leyes prohibieron el matrimonio y las relaciones sexuales entre judíos y personas a las que llamaron de 'sangre alemana o afín'.
Los juristas alemanes que redactaron estas leyes habían estudiado a profundidad estatutos en Estados Unidos que durante décadas redujeron a los afroamericanos a ciudadanos de segunda clase y prohibieron el matrimonio interracial en 30 estados.
Daniel: Incluso en 1935, cuando los judíos estaban redactando las Leyes de Núremberg que dejaron a los judíos apátridas, se fijaron en las leyes de Jim Crow, en Estados Unidos, para comprender la segregación aquí.
Peter: Y cuando reprocharon a los nazis por la discriminación contra los judíos en Alemania, su primera respuesta fue 'Misisipi'.
Pudieron decir que en Estados Unidos dicen que no tratemos mal a estas personas que consideramos inferiores, pero ustedes lo hacen.
En Estados Unidos hay linchamientos y les dificultan el poder votar, ¿cómo se atreven a reprocharnos por hacer esto?
Rebecca: Los periódicos afroamericanos de la época, en Estados Unidos, decían: los estadounidenses parecen estar consternados por lo que hace Hitler, no ven lo que pasa aquí; A nosotros también nos persiguen y también nos atacan nuestros propios vecinos.
¿Dónde están las marchas y las peticiones por nosotros?
¿Dónde están las protestas por nosotros?
Narrador: En cierto sentido, los estatutos nazis eran menos duros que muchas leyes estatales en Estados Unidos, según las cuales una persona de color era cualquiera que tuviera una sola gota de 'sangre negra'.
En lugar de eso, ellos categorizaron personas como 'judíos completos', 'judíos por definición' y 'mestizos de primer y segundo grados'.
William: "No ha habido una tragedia "en los tiempos modernos con efectos similares "al combate contra los judíos en Alemania.
"Es un ataque contra la civilización "que solo tiene comparación "con los horrores de la Inquisición española "y el comercio de esclavos africanos.
"Adolf Hitler casi nunca da un discurso "hoy en día sin denigrar, culpar o maldecir a los judíos.
"Todas las desgracias del mundo "son en su totalidad o en parte "culpa de los judíos.
"Existe una campaña de prejuicio racial "que supera en crueldad revanchista "e insultos públicos a cualquier cosa "que haya visto... y he visto muchas cosas".
W.E.B.
Dubois.
Günther: Una noche, cuando mi madre y yo estábamos de viaje visitando a mis abuelos, un grupo de Camisas Pardas fueron a mi casa y golpearon a mi padre.
Regresamos al día siguiente.
Mi madre cuando lo vio solo pudo gritar, !¡¿pero qué es lo que te han hecho, Julius?!
Uno tiene muy interiorizado el sentimiento de que tus padres son tus protectores, pero ya no había protectores; nadie es inmune a la persecución.
Peter: En los años 30, el objetivo de las políticas nazis era hacer que la vida para los judíos, en Alemania, fuera tan miserable que se fueran.
Y muchos judíos lo entendieron enseguida.
60,000 se fueron entre 1933 y el 34, más del 10% de su población.
Fueron afortunados porque el impacto inicial de la discriminación contra los judíos, de las humillaciones contra ellos, hizo que en países vecinos como Países Bajos, Bélgica, Francia y Checoslovaquia, fueran relativamente tolerantes con los que huyeron; por eso, esa primera ola de personas consiguió refugio en otros países.
Sin embargo, más adelante en esa década, la disposición de los países vecinos a aceptar refugiados se redujo.
Y a medida que más y más judíos se dieron cuenta de que tenían que salir de Alemania, se volvió cada vez más difícil escapar.
Emanuel: "Es imposible esperar "que los nazis tengan espíritu deportivo, "ya que llegaron al poder mediante la traición, "la violencia y el derramamiento de sangre.
"Considerar a esos hombres "verdaderos guardianes del deporte, "entregar los Juegos Olímpicos a esa administración, "es abrir la posibilidad de que los Juegos Olímpicos sean manchados".
Emanuel Celler.
Narrador: En 1936, los Juegos Olímpicos de verano y de invierno se realizaron en Alemania.
Para Hitler, fue la oportunidad de mostrarle al mundo una Alemania revitalizada, que, aparentemente, era amante de la paz, con una tasa de desempleo que se redujo por programas de obras públicas y un rearme masivo y veloz.
Algunos en Europa y Estados Unidos habían amenazado con boicotear los juegos debido al trato de los nazis contra los judíos, pero Avery Brundage, el presidente del Comité Olímpico Estadounidense, que en privado admiraba a Hitler y a quien no le gustaban los judíos, instó a los estadounidenses a no dejarse llevar por lo que llamó 'un altercado judío-nazi'.
El congresista Celler acusó a Brundage de ser el incauto dispuesto de los nazis.
El 7 de marzo de 1936, menos de tres semanas después de las Olimpiadas de invierno, Hitler envío unos 30,000 soldados a la Renania, una región alemana que había servido de tapón entre Alemania y Francia que, de acuerdo con el Tratado de Versalles, debía permanecer desmilitarizada.
Miles de residentes de habla alemana salieron a las calles a aclamarlos.
"El Führer está sumamente feliz", escribió Joseph Goebbels en su diario aquella noche.
"Francia no va a hacer nada, Inglaterra sigue pasiva y Estados Unidos no está interesado".
Al mismo tiempo, a Berlín la estaban transformando en un escenario colosal para las Olimpiadas de verano.
Se esperaba la llegada de unos 1,500 reporteros de todo el mundo y el régimen nazi se aseguró de que solo vieran lo que ellos querían que vieran.
Retiraron todos los letreros que prohibían la entrada de judíos a restaurantes, sacaron las publicaciones antisemitas de los puestos de revistas y ordenaron a los periódicos no hacer reportajes sobre incidentes antisemitas.
También hicieron redadas y encerraron a cientos de personas romaníes y sinti, a quienes a veces se les llama gitanos de forma despectiva.
"Debemos ser más encantadores que los parisinos", les dijo Goebbels a los berlineses, "más relajados que los vieneses, "más cosmopolitas que los londinenses y más prácticos que los neoyorquinos".
Pero los alemanes antinazis lograron incluir entre las páginas de una popular guía turística un mapa con la ubicación de las veintenas de cárceles, prisiones y campos de concentración en donde, prudentemente, estaban encerrados los enemigos del régimen.
Aun así, los genios de la propaganda y la pompa nazi subsanaron las dudas de la mayoría de los visitantes.
Thomas: "La belleza y magnificencia del espectáculo "era impactante.
"El estadio era un colorido torneo "que capturaba la garganta, "el masivo esplendor de los estandartes "hacía ver las llamativas decoraciones "de los mejores desfiles de Estados Unidos, "las tomas de posesión presidenciales "y las ferias mundiales como carnavales de pacotilla en comparación".
Thomas Wolfe.
Narrador: Los nazis se sintieron complacidos de que los alemanes se llevaran la mayoría de medallas, pero cuando Jesse Owens estableció tres récords olímpicos y ganó cuatro medallas de oro, se horrorizaron.
Goebbels escribió: "!¡Es un escándalo!
La humanidad blanca debería estar avergonzada".
Hitler le aseguró a su círculo más cercano que, en el futuro, las Olimpiadas siempre se realizarían en Berlín y que ningún hombre primitivo tendría permitido participar nunca más.
El embajador de Estados Unidos, William Dodd, no se dejó engañar por la pompa de los nazis y se mantuvo alejado de los juegos.
Le informó a Washington que los judíos-alemanes estaban esperando el fin de la atención mundial 'aterrados y temblorosos'.
Cuando los visitantes se fueron, los nazis retomaron el adoctrinamiento de los alemanes.
"Debemos criar una nueva clase de ser humano", proclamó Hitler.
"Hemos comenzado a impartir a los alemanes una educación "que comienza con el niño y termina con el viejo guerrero".
Su retrato estaba en todos los salones de clase.
A los niños pequeños les hacían recitar poemas en su honor.
Los libros para niños estaban llenos de caricaturas maliciosas de judíos.
Millones de adolescentes tuvieron que unirse a las Juventudes Hitlerianas.
Los padres de los niños que se negaban eran investigados, despedidos y, en ocasiones, encarcelados.
Locutor: COMO VEN, ESTE ES UN JUDÍO, EL MÁS GRANDE RUFIÁN DE NUESTRO PAÍS.
SE CREE EL MEJOR GALÁN, PERO ES EL MÁS FEO DE TODO EL LUGAR.
Günther: La intuición de mi madre fue buena, dijo: esto se pondrá cada vez peor.
Le escribiré a tu tío Benno en Estados Unidos.
Le escribió y le preguntó: ¿puedes salvarnos?
En su respuesta dijo: ¿sabes?
"Acabo de perder mi empleo como panadero y pastelero.
"Entonces puedo recibir a uno, pero no a todos".
De seguro hubo una reunión parental a mis espaldas y dijeron: "bien, entonces enviaremos al mayor, "con la misión de hallar otros estadounidenses que nos apoyarán".
Narrador: Günther solo tenía 15 años y estaba indeciso sobre si irse de casa.
Günther: Tenía sentimientos encontrados.
Uno de ellos es que iba a comenzar una aventura increíble.
Y luego ese sentimiento deprimente de que todo lo que conocía terminaría hecho trizas.
Narrador: Günther, finalmente, aceptó ir, así como intentar hallar a alguien en Estados Unidos con dinero suficiente para apoyar al resto de la familia.
Cuando su padre inició la difícil tarea de llenar el papeleo para conseguir una visa para su hijo, contrató un maestro de inglés local que había vivido un tiempo en Brooklyn para que le enseñara a Günther todo lo que pudiera sobre Estados Unidos.
Unos meses después, los padres de Günther volvieron a reunir toda la familia.
Günther: Nos reunimos de nuevo en el salón en donde había un montón de papeles.
Era la declaración jurada en colaboración con la Organización de Mujeres Judías Estadounidenses.
Dijeron: tú tienes una cita en un mes en el consulado estadounidense de Hamburgo.
Narrador: Günther estaba completamente aterrado, Sabía que los indolentes funcionarios estadounidenses de algunas ciudades, como el cónsul de Stuttgart, solían rechazar aplicantes por uno que otro tecnicismo.
Günther: Si un virulento antisemita te confrontaba, como el de Stuttgart, este seguía la ley mucho más que al pie de la letra; ese tipo de cosas se sabían.
Narrador: La cita de Günther era con el cónsul de Hamburgo, Malcolm C. Burke.
Günther: Estaba preparado para que me cuestionaran.
Él comenzó de forma muy rutinaria: ¿de dónde vienes, cómo son tus padres?
Y luego me dijo, nunca olvidaré esa pregunta: ¿cuánto es 48 más 52?
Eso fue todo.
Puso su nombre en mis papeles de identificación juvenil y ahí estaba yo, listo para emigrar.
De haber vivido en Stuttgart, no me había ido.
Timothy: Casi todos los más grandes rescatistas eran diplomáticos y personas que parecían tener una vida sin lujos y que la mayoría del tiempo parecían llevar una hoja de papel de un lado a otro, pero resulta que esa hoja que se llevaba bien de este lado a este otro lado, salvaba vidas.
Narrador: En el otoño de 1937, se fijó la fecha de partida de Günther.
Günther: Fueron dos semanas con una gran carga emocional.
Mi madre me llevó a dar largas caminatas por la ciudad en los pocos días que nos quedaban juntos.
Jugué varias veces contra mi hermano, Werner, y él contra mí.
Y todo eso era lo que me iban a quitar.
♪ [música] ♪ Narrador: En noviembre, Günther Stern llegó a la ciudad de Nueva York a bordo de un buque alemán.
Después de que Sociedad de Ayuda para Niños Judíos Alemanes determinara que su inglés era suficientemente bueno para viajara por su cuenta, abordó un tren con rumbo a St. Louis, donde su tía y su tío lo estaban esperando.
Cinco días después de llegar, Günther ya estaba en la secundaria.
Consiguió su primer empleo lavando trastes en un hotel del centro, pero el drama de su familia en Alemania y la responsabilidad que sentía de hallar una forma de traerlos a Estados Unidos, nunca se fue de su mente.
En el verano de 1937, Herman y Lotte Bland, de Chicago, quienes habían llegado a Estados Unidos desde Polonia, llevaron a sus dos hijos a conocer el país en el que habían nacido.
Leonard, su hijo mayor, llevaba una cámara nueva de 16 milímetros.
Harold, quien cumplió 8 años durante el viaje, quedó profundamente afectado por la pobreza y el antisemitismo que vio en ese lugar.
En Suwalki se vieron con los primos de Lotte y ella instaló una lápida nueva en la tumba de sus padres.
En la plaza central del pueblo, Leonard vio a alguien que había escrito: "Muerte a los judíos" en cemento fresco y lo grabó en video.
Minutos después, llegaron policías polacos y arrestaron a toda la familia.
Los oficiales rompieron la película de la cámara y después de unas tensas horas, finalmente dejaron ir a la atemorizada familia Bland.
En los años siguientes, casi todos los 14,000 habitantes judíos de Suwalki serían asesinados.
Hasta el cementerio judío sería destruido, como si las generaciones allí sepultadas jamás hubieran existido.
Narrador: En 1937, los regímenes autoritarios del mundo, entraron a una nueva fase de conquista aún más peligrosa.
Hitler había recuperado la Renania.
Las tropas fascistas italianas de Benito Mussolini habían aplastado a Libia e invadieron Etiopía, donde lanzaron bombas y gas mostaza sobre civiles indefensos.
Las fuerzas japonesas invadieron China.
En España, aviones alemanes e italianos llevaron a cabo aterradores bombardeos en apoyo al levantamiento fascista en contra de un gobierno de izquierda elegido legalmente, respaldado por la Unión Soviética.
Ni Francia ni Inglaterra ni Estados Unidos estaban dispuestos a intervenir.
Franklin Roosevelt había sido reelegido con una victoria aplastante en 1936.
Cuatro años del Nuevo Trato habían contribuido a restaurar la confianza del estadounidense y el país había comenzado a trabajar de nuevo, pero Roosevelt era un internacionalista en la presidencia de un país aislacionista.
Las audiencias del Senado habían convencido a millones de ciudadanos que Estados Unidos entró a la gran guerra bajo engaño, gracias a una conspiración de los banqueros de Wall Street, los fabricantes de municiones y los propagandistas británicos Gerald: Los intereses comerciales estadounidenses son egoístas y avaros.
Al ver la oportunidad de lucrarse con la guerra, harán lo mismo que ya han hecho antes, si se los permitimos.
Narrador: 125,000 estudiantes universitarios protagonizaron una huelga por la paz de una hora y 65,000 firmaron un compromiso de que nunca apoyarían a Estados Unidos en ninguna guerra en la que pudiera involucrarse.
El Congreso había reducido el tamaño del Ejército, mantuvo al país fuera de organizaciones internacionales y aprobó dos leyes de neutralidad en las que prohibía la venta de armas y de material bélico a cualquier país beligerante.
En Chicago, el presidente Roosevelt expresó públicamente su preocupación.
Franklin: La epidemia de la anarquía mundial se está propagando.
Y recuerden esto muy bien: cuando una epidemia de enfermedad física comienza a propagarse, la comunidad aprueba y somete a una cuarentena a los pacientes para proteger la salud de la comunidad y frenar la propagación de la enfermedad.
Narrador: Pacifistas indignados ahora acusaban a Roosevelt de comenzar a llevar a Estados Unidos por el camino de la guerra al hacer un llamado a una cuarentena.
Los congresistas aislacionistas amenazaron con hacerle un juicio político.
Los líderes de su propio partido permanecieron en silencio.
Le dijo a un asesor: "es terrible mirar sobre tu hombro cuando intentas liderar y ver que no hay nadie ahí".
Rebecca: En los años 30 no se concebía que Estados Unidos fuese una fuerza positiva en el mundo o de que deberíamos involucrarnos con el resto del mundo.
No existe ese sentido entre el ciudadano, el Gobierno y la comunidad internacional de que lo que pasa en tu propio país sea de la incumbencia de otros.
Bajo las leyes internacionales, lo que Hitler le está haciendo a los judíos no es ilegal.
En ese entonces, podías atacar a tus propios ciudadanos.
Narrador: Las corporaciones estadounidenses, como las de otros países, siguieron haciendo negocios como si nada con el régimen de Hitler.
Los nazis otorgaron a Henry Ford su principal condecoración civil y su planta alemana comenzó a suministrar 1,500 vehículos por año al Ejército alemán, después de rechazar una oferta de construir motores de avión para los británicos.
La subsidiaria alemana Woolworth despidió a todos sus empleados judíos como el precio para seguir haciendo negocios.
Lo mismo hizo la Associated Press, en Berlín.
Todos los estudios de Hollywood, menos uno, aceptaron a los nazis, a pesar de que muchos de sus directores eran judíos.
Joseph Goebbels había cerrado el lucrativo mercado alemán a cualquier película que, se considere, va en detrimento del prestigio alemán.
Durante un tiempo, el vicecónsul alemán en Los Ángeles tuvo el poder de aprobar o rechazar libretos antes de que la producción comenzara.
Entre 1933 y 1939, no se pronunció una sola palabra en pantalla contra los nazis.
Los 80 millones de estadounidenses que iban a cine cada semana daban un rápido vistazo de la Alemania nazi en cortos noticiosos hechos por Pathé, Paramount, Fox Movietone y Hearst Metrotone News, pero las imágenes solían limitarse a cintas producidas por los nazis.
Hombre 4: Alemania unida, es el grito del canciller Hitler al recorrer el país.
En Westfalia lo reciben miles de entusiastas admiradores.
Narrador: The March of Time, una serie de cortos que se hicieron en asociación con la revista Time, fue diferente.
En enero de 1938 presentó una película llamada Al interior de la Alemania Nazi, que incluía escenas tomadas por camarógrafos estadounidenses cuando los escoltas nazis no estaban mirando.
Hombre 5: La persecución a los judíos por parte de Goebbels es tan despiadada como hace cinco años.
En los límites de la ciudad hay carteles que dicen: "prohibida la entrada de judíos".
La Alemania nazi se enfrenta a su destino con una de las máquinas de guerra más grandes de la historia.
Y el inevitable destino de estas en el pasado, ha sido el acabar con la paz mundial, su gente y los gobiernos de sus tiempos.
Eva: Los nazis querían anexarse a Austria y se supone que habría un plebiscito para determinar si Austria lo deseaba.
Hitler no esperó, simplemente entró en marzo de 1938.
Todos nuestros amigos y todos en la ciudad se volvieron inmediatamente entusiastas, nazis, salieron a las calles con esvásticas y Heil Hitler.
Narrador: Hitler llamó a la unificación de su natal Austria con Alemania 'su más grande logro' y disfrutó del entusiasmo de las multitudes que lo recibieron en Viena.
Lo describió como "un torrente de amor que jamás había experimentado".
Un cuarto de millón de judíos había logrado escapar de la Alemania de Hitler, pero ahora 192,000 judíos austriacos estaban bajo su dominio y se les despojó de su ciudadanía.
Hombres de las SS y agentes de la Gestapo quedaron en libertad de golpearlos y humillarlos, y luego obligarlos a limpiar eslóganes antinazis de las aceras.
Eva Geiringer todavía no tenía 9 años cuando los alemanes llegaron a Viena.
Eva: Fue terrible.
De un día para otro la actitud cambió.
De repente, ya no tenía permitido ir a jugar con mis amigos católicos.
Mi hermano Heinz, que en ese momento tenía 12 años, llegó a casa, se veía terrible, le habían dado una paliza.
Cuando mis padres lo interrogaron, dijo: "mis propios amigos lo hicieron "y los maestros solo se quedaron viendo lo que pasaba".
Narrador: El padre de Eva, un fabricante de zapatos, pronto se unió a los inmigrantes en potencia, en su mayoría judíos que clamaban en los consulados por una visa para ir a algún lugar, a cualquier lugar que pareciera ofrecer seguridad.
Eva: La gente comenzó a hacer fila en los consulados.
En ese entonces se necesitaba una visa de entrada y una de salida.
Y bueno, eso... Hitler quería deshacerse de los judíos, pero obtener una visa de salida era muy complicado.
Yo no quería irme.
Sabía que las cosas no estaban bien, pero igual, tenía a mis familiares y era mi idioma, y ese lugar me encantaba.
Y mis padres dijeron: bueno, no será mucho tiempo.
Cosas como, vamos a regresar.
Incluso en el 38, las personas no creían que Hitler fuera a permanecer en el poder durante mucho tiempo.
Narrador: El padre de Eva finalmente consiguió llevar a su familia a los Países Bajos y establecer un negocio allí, fue uno de los afortunados.
Los nazis intensificaron sus decretos discriminatorios.
A lo largo del recién expandido Reich, pronto a los judíos se les exigiría registrar todos los negocios de judíos y todas sus propiedades, desde casas y colecciones de arte, hasta vajillas y joyas: una evidente antesala a la confiscación.
Quienes tenían un primer nombre que los nazis no reconocieran como judío, eran forzados a adoptar nuevos segundos nombres: Israel para los hombres y Sara para las mujeres.
Todos los judíos que tuvieran pasaportes tenían que estamparlos con una letra J color rojo.
Antes de 1938, los emigrantes potenciales a Estados Unidos ya debían esperar tres o cuatro meses para conseguir una entrevista para una visa con un funcionario consular.
Entonces, el constante flujo de personas aterradas se convirtió en un torrente y debían esperar entre dos y tres años.
Dorothy: "Un ejemplo fantástico "de la crueldad de nuestra época "es el hecho de que para miles "y miles de personas, un papel con un sello "es la diferencia entre la vida y la muerte, "así como las decenas de personas "que se han volado los sesos porque no lograron conseguirlo".
Dorothy Thompson.
Narrador: Ahora era imposible, incluso para el Departamento de Estado, negar que había una creciente crisis migratoria.
Solo entre los líderes mundiales, Roosevelt intentó aliviarla, al menos un poco.
En su reunión de gabinete, cuatro días después de que Hitler entrara a Viena, Roosevelt anunció que iba a combinar la pequeña cuota de Austria con la cuota alemana, más grande, para dar a los refugiados austriacos más oportunidades de conseguir una visa, pero cuando Roosevelt le preguntó a su vicepresidente, John Nance Garner, expresidente de la Cámara, si podrían persuadir al Congreso para que incrementaran la cuota, este dijo no.
Explicó que, si sus excolegas pudieran votar en secreto, pondrían fin a la inmigración por completo.
Todos en el lugar estuvieron de acuerdo.
Timothy: Roosevelt lidiaba con una sociedad que él sabía que era vulnerable a la propaganda alemana antisemita.
Lo que tenía que hacer era buscar formas de salvar judíos sin llamar mucho la atención de los estadounidenses sobre lo que hacía.
Deborah: ¿Habría podido Roosevelt pronunciarse con más fuerza?
¿Habría podido ejercer más influencia?
Por supuesto, pero no tenía ningún apoyo en el Congreso.
Por eso, cuando la gente lo culpa, A) Es asumen que hubiera podido dar la vuelta a las cosas.
Y B) se les olvida que la opinión pública se oponía firmemente a la inmigración en general, sobre todo, de refugiados, de refugiados sin un centavo mucho más y todavía más de refugiados judíos.
Fue culpa de mucha gente; de todos.
Daniel: En 1938, le preguntaron a los estadounidenses si creían que la persecución a los judíos en Alemania había sido culpa de los mismos judíos.
Y dos tercios de los ciudadanos dijeron que en parte o completamente.
A los judíos les estaba pasando algo terrible en el extranjero y muchos estadounidenses tendían a culpar a los judíos.
Narrador: Roosevelt convocó una conferencia en Evian, Francia, para que la comunidad internacional debatiera una solución colectiva al problema de los refugiados políticos que buscaban huir de Hitler.
Se cuidó de no mencionar que la mayoría de quienes huían eran judíos.
Rebecca: En el Gobierno existía la sensación de que el antisemitismo en Estados Unidos era tan fuerte, que no querían que la gente pensara, que ni sospechara que el país haría algo en especial por los judíos: rescatarlos.
Narrador: Dado que el Congreso de estadounidense no estaba dispuesto a modificar el sistema de cuotas del país, Roosevelt no le pediría a otro país que modificara sus propias leyes para recibir más inmigrantes, aunque esperaba que otros países se ofrecieran a hacerlo en la próxima conferencia.
En julio, representantes de 32 países se reunieron durante una semana y solo lograron establecer un Comité Intergubernamental para los Refugiados, sin fondos ni poder para ayudarlos.
Daniel: Todos los representantes de las 32 naciones en la conferencia dijeron: "es un problema es terrible.
"Explicaremos por qué no podemos recibir refugiados en este momento".
Narrador: El delegado francés afirmó que Francia había alcanzado "un punto extremo de saturación con respecto a los refugiados".
Cuatro países de Centro América dijeron en conjunto que no necesitaban comerciantes ni intelectuales, con lo que se referían a los judíos.
El vocero de Australia afirmó: "dado que no tenemos un problema racial real, no deseamos importar uno".
Gran Bretaña se negó a recibir más y luego limitó drásticamente el número de judíos que podían ir a Palestina, el territorio en Oriente Medio que controlaban.
Representantes de organizaciones judías estuvieron presentes, pero solo como observadores.
La joven Golda Meir recordó su dolor, ira, frustración y horror porque no le permitieron hablar.
Deborah: Fue una semana con naciones que se ponían de pie una tras otra para decir: esto es terrible, pero no queremos a ninguno de ellos.
En ese punto, los alemanes dijeron: ustedes no quieren a los judíos mucho más que nosotros.
Narrador: Chaim Weizmann, presidente de la Organización Sionista Mundial, dedicada a crear un Estado judío en Palestina, digo que el planeta ahora estaba dividido en lugares donde los judíos no podían vivir y lugares a los que no podían entrar".
Locutor: LOS CHECOS SE UNEN PARA EVITAR EL DESTINO DE AUSTRIA.
Hombre 6: Hoy las alas de la flota aérea alemana son una sombra amenazante para toda Europa, desde el cielo y las autopistas se aproxima el estruendo de la creencia del dictador: !¡la fuerza hace el derecho!
Atrapada entre las tenazas pangermánicas está la pequeña Checoslovaquia, una república de 15 millones de almas.
Narrador: A finales del verano de 1938, Hitler reclamó el derecho de hacerse con los Sudetes: la región de germanoparlante de Checoslovaquia.
Hombre 7: La tensión se eleva casi a un punto de quiebre, la fuerza se responde con fuerza, Checoslovaquia se moviliza.
Narrador: Francia y la Unión Soviética habían firmado un pacto de defensa mutua con los checos.
Gran Bretaña se movilizó, pero al final, ningún país se mostró dispuesto a salir en defensa de Checoslovaquia.
En lugar de eso, en una reunión del 30 de septiembre con Hitler, en Múnich, el primer ministro británico, Neville Chamberlain y el primer ministro francés, Edouard Daladier, les dijeron a los checos que no tenían opción más que ceder su territorio, a cambio la promesa de Hitler de que no exigiría más territorio.
La Alemania nazi se había convertido en la nación más poderosa de Europa, pero también enfrentaba un nuevo problema.
Peter: Existe una contradicción fundamental entre las dos enseñanzas principales de la ideología nazi.
La primera enseñanza es que los judíos deben ser expulsados porque corrompen y ponen en peligro al Estado, pero la segunda enseñanza es que para que Alemania sea una gran potencia, debe conseguir espacio vital, expandirse a territorios que le permitan producir alimento para sostener a su población y con recursos naturales para mantener su poder.
Bien, en la Europa de los años 30, estos dos principios se contradecían porque los nazis querían que su espacio vital estuviera en el punto exacto del planeta con la mayor densidad de población judía: Polonia, Ucrania, Lituania.
Entonces los nazis se dieron cuenta en la década de 1930, cuando sacaron al 69% de los judíos de Alemania y se expandieron a Austria, los Sudetes y Checoslovaquia, de que a cada paso adquirían más judíos que prácticamente cancelaron a casi todos los judíos que habían sacado hasta la fecha.
Sol: A mitad de la noche comenzaron a golpear la puerta con fuerza.
Mi padre abrió y, en efecto, había dos policías afuera.
Entonces le dijeron a mi padre: vístase, vendrá con nosotros.
Mi madre me estaba abrazando, entonces comencé a llorar y uno de los policías le dijo a mi madre: "cállelo o lo voy a matar".
Y se llevaron a mi padre.
A la mañana siguiente, fuimos a la estación de policía.
Mi madre quería saber qué le había pasado.
Cuando llegamos a la estación, había unas 100 o 150 mujeres judías esperando.
Para mi madre fue evidente que se habían llevado a todos los hombres judíos de origen polaco y los habían deportado a Polonia.
Narrador: Fue la primera deportación masiva de judíos desde Alemania.
17,000 judíos polacos fueron declarados apátridas, separados de sus posesiones y trasladados por la frontera hasta Polonia.
Timothy: En Europa Oriental hay un dicho que reza, "lo que mantiene unidos al alma y el cuerpo es un pasaporte".
Es decir que los documentos, la idea de que eres ciudadano de alguien, de que hay un Estado en algún lugar que vela por ti, es fundamental para tu capacidad de sobrevivir en el mundo moderno.
Herschel: "Después de todo, ser judío no es un crimen.
"No soy un perro.
"Tengo derecho a vivir.
"Mi pueblo tiene derecho a existir en esta tierra, pero aun así nos cazan como animales en todas partes".
Herschel Grynszpan.
Narrador: En el otoño de 1938, Herschel Grynszpan, un joven de 17 años que vivía en París, se enteró de que su familia, al igual que el padre de Sol Messinger, estaba entre los deportados de Alemania a Polonia.
La hermana de Herschel le escribió desde un miserable campo de refugiados rogando por ayuda.
No tenía forma de ayudar.
No tenía papeles ni la posibilidad de ganarse la vida.
Era un apátrida más en un continente cada vez más turbado por aquellos que no tenían a dónde ir.
En París, el 7 de noviembre, Grynszpan compró una pistola, entró a la embajada alemana y pidió hablar con el embajador.
En su bolsillo llevaba una postal dirigida a sus padres.
Le pidió perdón a Dios por lo que estaba a punto de hacer: "Debo protestar", escribió, "para que todo el mundo escuche mi protesta".
Cuando lo llevaron a la oficina de un funcionario alemán de menor rango, llamado Ernst Vom Rath, Grynszpan sacó su arma, gritó que actuaba en nombre de todos los judíos deportados de Alemania y le disparó cinco veces en el estómago.
Rath falleció dos días más tarde, el 9 de noviembre.
Grynszpan fue arrestado y desaparecido.
Los líderes nazis vieron una oportunidad de oro.
Goebbels ordenó a la prensa alemana que denunciara el asesinato como un ataque deliberado del judaísmo mundial que provocaría, lo que él llamó, "las peores consecuencias para los judíos alemanes".
Hitler ordenó un ataque físico masivo y coordinado contra los judíos en cientos de comunidades con el objetivo de obligar a la mayor cantidad posible a huir de su país.
Se escenificó como un 'levantamiento espontáneo', por lo que algunos miembros de las SA y de la Gestapo se vistieron de civiles para atacar hogares, tiendas, sinagogas, cementerios y a cualquier judío que se les atravesara.
Se instó a los estudiantes a unirse.
Los bomberos se quedaron quietos y permitieron que las propiedades de los judíos se quemaran.
La Policía solo protegió los locales y hogares de propiedad de los llamados 'arios'.
Sería recordada como la 'Noche de los Cristales Rotos', Kristallnacht.
Susan: Tenía 9 años y mi hermano y yo estábamos durmiendo en la habitación.
Eran como las 11 de la noche cuando de repente lanzaron ladrillos y piedras a nuestra ventana.
Yo estaba muy asustada y me tapé con una manta.
Y mi hermano, que era menor que yo, se acercó a la ventana, se empinó, miró por la ventana y dijo: "Suzie, los que están lanzando "ladrillos y rocas a la ventana son nuestros vecinos".
Entonces fuimos a la habitación de nuestros padres y nos abrazamos tratando de decidir qué hacer.
Luego, cargaron un poste de luz y lo estrellaron contra la entrada principal, que era de vidrio.
Narrador: En Berlín, Sol Messinger de 6 años, ansioso por su padre que está en Polonia, está abrazada a su madre en su apartamento.
Sol: Vi que habían quemado la sinagoga.
Cuando hablo de eso, es como si pudiera oler el humo.
Esa era la sinagoga a la que íbamos a orar, a la que mi padre me llevaba en el Sabbat.
Y ahí estaba, ardiendo.
Narrador: Los alemanes destruyeron 1,400 sinagogas y otros sitios religiosos judíos, destruyeron y saquearon 7,500 negocios de judíos, asesinaron a por lo menos 91 personas e hicieron que otras 300 se suicidaran.
Muchas más fueron golpeadas, violadas y humilladas.
Susan: Vi al rabino en su terraza con dos hombres que supongo que eran de las SS y estos lo sujetaban por los brazos, otro hombre se acercó y le cortó la barba.
En ese momento para mí fue tan impactante, porque era el símbolo de que era un rabino.
Era impresionante que alguien pudiera hacerle eso al rabino de nuestra ciudad.
Mi padre tenía dinero ahorrado.
Lo había guardado bajo el colchón porque en ese entonces los judíos no podían tener dinero en el banco.
Me dio el dinero y me dijo que lo guardara en mi ropa interior.
Pensó que si pasaba algo, no iban a buscar si había dinero en la ropa interior de una niña.
Narrador: Los nazis arrestaron a unos 30,000 hombres judíos en toda Alemania y los hicieron atravesar muchedumbres que se mofaban de ellos para llegar a buses y camiones que los llevaron a Dachau y a los recién construidos campos de concentración en Sachsenhausen y Buchenwald.
Allí los reunieron, los golpearon, los hicieron pasar hambre y los dejaron salir solo si entregaban todas sus propiedades al Estado y aceptaban irse del país.
Susan: Antes de la Noche de los Cristales Rotos, mi padre quería quedarse en Alemania, pero mi madre siempre había querido venir a Estados Unidos porque había escuchado cosas maravillosas de este país.
Pero después de la Noche de los Cristales Rotos, los dos querían irse y creo que todos los judíos de Alemania querían irse.
Joseph: El primer objetivo era llegar a Estados Unidos, representado por la Estatua de la Libertad.
De niño, había oído hablar de la Estatua de la Libertad y de lo que significaba; ese era el objetivo.
Otto: "¿Qué se puede decir en tiempos como estos?
"Debemos estar agradecidos por lo que todavía tenemos "y no perder la esperanza "Aquí también hace demasiado frío, "y todo el tiempo estamos pensando "en aquellos que, a diferencia de nosotros, no tienen un lugar cálido donde quedarse".
Otto Frank.
Narrador: Otto y Edith Frank habían estado viviendo cómodamente en Ámsterdam durante cuatro años.
Él había establecido un exitoso negocio.
A su hija mayor, Margot, le iba bien en la escuela, al igual que a su hija menor, Annelies.
Pero después de la Kristallnacht, una oleada de nuevos refugiados judíos salió de Alemania y narraron las atrocidades de lo que habían vivido.
Con el objetivo de poner mayor distancia entre su familia y los nazis, Otto Frank viajó al consulado de Estados Unidos, en Rotterdam, y anotó su nombre en la creciente lista de judíos de la Gran Alemania y Checoslovaquia que esperaban poder huir a Estados Unidos.
♪ [música] ♪ ♪ [música] ♪ Narrador: En el próximo "Estados Unidos y el Holocausto" Un éxodo desesperado desde Europa.
Peter: En todos los consulados norteamericanos en Alemania, había judíos buscando refugio.
Narrador: Un llamado por el aislacionismo estadounidense.
Deborah: Los aislacionistas, los antisemitas, se destaparon.
Narrador: Y tras las líneas enemigas comienza lo impensable.
Daniel: Mientras nos pasaba eso, no podíamos creerlo.
Narrador: En el próximo episodio de "Estados Unidos y el Holocausto".
Narradora: Vea la serie completa, acceda al detrás de cámaras y entérese de cómo presentar "Estados Unidos y el Holocausto" en el salón de clases.
Visite pbs.org/holocaust o la app de video de PBS.
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También puede adquirir un CD con la música original de la serie.
"Estados Unidos y el Holocausto" también está disponible en PBS Passport y en Amazon Prime Video.
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